La investigación que le cambió la vida a la periodista Claudia Julieta Duque

Por Marvin David Del Cid Enviado especial a Bogotá de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) Aquella noche, como suele suceder en julio, era fría en Bogotá, y las personas caminan más a prisa. Así lo hizo la periodista Claudia Julieta Duque Orrego al salir de una reunión con funcionarios de la Embajada de Austria, quienes le ayudaron a tomar un taxi cerca del hotel donde se encontraban. El piloto empezó a manejar de manera rápida por las calles de la ciudad y sin que ella le dijera hacia dónde iba en pocos minutos estaba frente a su casa. Los taxis en la capital colombiana son todos amarillos, por lo que distinguir cuál puede ser manejado por un delincuente es muy complicado. Al llegar frente a su vivienda tres hombres se subieron al taxi. Aunque ella forcejeó para evitarlo, fue imposible porque la triplicaban en número, uno de ellos le dio un golpe y la neutralizó. En un comienzo la periodista pensó que se trataba de un robo, pues los delincuentes la llevaron hasta un cajero automático y sacaron todo el dinero de su cuenta bancaria. Quien la golpeó lo hizo de manera profesional. Cuando denunció lo sucedido ante la Fiscalía, un investigador le dijo a la comunicadora que con un puñetazo como ese, seco, en el centro del cuello, podría haber sido asesinada. “Revisaron hoja por hoja de mi agenda y lo que llevaba (…) Me dijeron ‘esto te pasa por querer desenterrar a los muertos, deja la basura en su lugar’ y afirmaron que tenían la orden de matarme bien muerta, que podían hacer conmigo lo que quisieran”. A partir de ese momento supo que no era un simple robo y que había sido secuestrada. Era el 23 de julio de 2001. Con esas palabras, la periodista comenzó el relato de los ataques en su contra, hoy calificados como de tortura psicológica agravada, ante el Juzgado Segundo Penal Especializado de Bogotá. Duque rindió testimonio el pasado 3 de abril, en el marco del proceso que se sigue contra Ronal Rivera Rodríguez y Rodolfo Medina Alemán, respectivamente exdetective y exdirector de Contrainteligencia de Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), la extinta policía secreta de Colombia.   “Yo aquí tengo que hacerle un homenaje a Jineth Bedoya, porque siempre he pensado que si a mí no me ultrajaron y violaron esa noche fue por el costo político que significó el ataque contra ella, ocurrido un año antes.  El caso de Jineth salvó mi vida. Yo esto nunca se lo he dicho a Jineth, yo esperaba que ella viniera hoy, pero está fuera del país”, destacó Duque al honrar la lucha de su colega y amiga Jineth Bedoya, torturada y violada por paramilitares colombianos el 25 de mayo de 2000. Como en otras ocho ocasiones en las que le ha tocado declarar, Claudia Julieta Duque recordó de nuevo los momentos más difíciles de su vida. El juez Sergio León Martínez aceptó la declaración solicitada por ella y su abogado, Víctor Javier Velásquez, como parte de los testimonios en contra de los implicados. En la sala estaban periodistas, enviados del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, integrantes de Brigadas Internacionales de Paz, organización que ha acompañado a la periodista desde el año 2004, y la presidenta de la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper), Adriana Hurtado. También viajó desde Bruselas (Bélgica) el presidente de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Philippe Leruth. El acompañamiento nacional e internacional al juicio contra los presuntos torturadores de la periodista ha sido constante, contrario a otros casos penales en los que las víctimas se quedan muy solas.

Odié ese pedazo de mi cuerpo

“Yo odié este pedazo de mi cuerpo durante meses, este brazo, yo me sentía asqueada de sentir el brazo de ese tipo sobre mi brazo, yo me lavaba hasta con esponja”, afirmó Duque tras narrar que durante su secuestro uno de sus captores la tomó del brazo derecho todo el tiempo, advirtiéndole que si la Policía los interceptaba ella tenía que decir que era su novia. Claudia Julieta Duque es una mujer de semblante y personalidad fuertes y no se quiebra fácilmente, pero ese 3 de abril era inevitable verla derramar lágrimas. Los secuestradores le hablaron de su hija, para entonces de siete años, y le hicieron saber que conocían muy bien todo lo que ella hacía y por dónde se movía. Al cabo de unas horas, fue dejada en el sector de Galerías, una zona que para la época aún era residencial y hoy es el epicentro de discotecas y establecimientos comerciales en Bogotá. “Esos tipos me amenazaron diciendo que si me volteaba hacia atrás me matarían. Caminé media cuadra y me caí, las piernas no me respondieron y tuve que arrastrarme para pedir ayuda, llegué hasta una casa en donde no me ayudaron, pero igual llamaron a la Policía, que cuando llegó no quiso recibirme la denuncia, me dijeron que agradeciera que estaba viva”, relató. Casi 16 años después, Duque aún recuerda muy bien que fue un primo suyo quien la llegó a recoger esa noche. A la 6 de la mañana del día siguiente, al asomarse por la ventana de su apartamento, vio en el piso una leyenda que decía: “¿Quieres ser mi esposa?”, la misma frase que uno de sus secuestradores le decía en el taxi. Esa fue la primera de tantas veces que la periodista tuvo que cambiarse de casa. Jaime Garzón Las amenazas, agresiones e intimidaciones en contra de Claudia Julieta Duque giran en torno al caso del periodista Jaime Garzón, asesinado el 13 de agosto de 1999 en Bogotá. Duque no duda en decir que el caso de Garzón fue el primer paso para matar de manera definitiva la libertad de expresión en Colombia. Periodista investigativa por excelencia, desde la muerte de Garzón se propuso indagar el caso junto a otros colegas. Claudia Julieta nació en Pereira, capital del departamento de Risaralda, lugar conocido por la producción de café y la alegría de la gente. Fue en esa ciudad en donde se inició como periodista a los 17 años, profesión que lleva en las venas. Sus prácticas las hizo en el diario La Tarde, que hace poco clausuró definitivamente. Luego de ello vino una amplia y exitosa carrera que la llevó a laborar en la Agencia Colombiana de Noticias Colprensa y en la Unidad Investigativa de Caracol Radio, Caracol TV y la Revista Cromos. Se involucró en la defensa de los derechos humanos y trabajó en la Consejería Presidencial del área, así como en la Dirección de Asuntos Indígenas del gobierno de Colombia, la Defensoría del Pueblo y varias organizaciones no gubernamentales. Además fue investigadora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala, que documentó las violaciones a los derechos humanos cometidas en el país centroamericano, durante 36 años de guerra, lugar en el que estuvo hasta 1999, año en que regresó a Colombia y asesinaron a Garzón. “Yo tengo la plena certeza de que lo que he sufrido durante todos estos años es por las investigaciones en el caso de Jaime Garzón, que es el crimen que más le ha dolido al país después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán”, expresó la periodista durante su declaración. Para ella, a partir de 1999 se afianzó una época oscura para el país, precisamente la que le ha tocado vivir durante muchos años. Duque empezó a investigar el caso del humorista y comunicador Jaime Garzón poco después de su asesinato a manos de sicarios en Bogotá. En el año 2000 conoció a Alfredo Garzón, hermano de Jaime, a quien convenció de poner un abogado para que estuviera al tanto del expediente judicial sobre el asesinato, lo que le permitió acercarse de forma directa al caso. Lo primero que logró establecer fue la existencia de un montaje por parte del DAS en complicidad con la Fiscalía, que incluía pruebas amañadas, testigos falsos y captura de inocentes, cuyo objetivo era desviar la atención respecto a los verdaderos asesinos materiales e intelectuales. “Hasta han dicho que fui amante de Jaime Garzón y yo a él nunca lo conocí en persona”, indicó. Exilio y amenazas Uno de los peores castigos para un ser humano es ser obligado a dejar su tierra, su entorno y su proyecto de vida. Exilio y amenazas Atrás se queda todo, “es como una muerte en vida”, según lo define la propia periodista. El 30 de septiembre de 2001 huyó por primera vez de Colombia junto a su hija María Alejandra. Regresó el 7 de agosto de 2002, el mismo día en que el conservador Álvaro Uribe Vélez tomaba posesión como presidente de Colombia, “lo hice precisamente porque todos estarían pendientes de la casa de Nariño (sede presidencial) y no se preocuparían por el caso de una periodista que volvía del exilio”. Pero las peores amenazas estaban por llegar. Para ese momento, el caso Garzón se encontraba en juicio y ella, junto al abogado Alirio Uribe, logró probar el montaje contra los acusados en varias audiencias públicas que pese a todo lo sufrido aún la llenan de orgullo, pues según dice se convirtieron en “un juicio contra el DAS”. En el año 2003, para el cuarto aniversario del crimen de Garzón hizo un programa de televisión junto al periodista Hollman Morris, trabajo que fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el más importante de Colombia. Ante el juez, la periodista se quebró nuevamente y su voz se entrecortó, pero tuvo la fuerza suficiente para continuar explicando todas las agresiones verbales en su contra. “Yo recuerdo llamadas en las que me decían que mi hija se había ganado un premio. Decían que mi hija no llegaría del colegio y que no la volvería a ver nunca más, me ponían música fúnebre en el teléfono y me mandaban quesos podridos a la casa, y un ramo de flores con las flores invertidas enterradas”, dijo. Las amenazas en contra de su hija fueron en aumento, incluso, le indicaban que se la habían robado. La angustia no la dejaba descansar, sufrió insomnio durante muchos meses. El 18 de diciembre de 2003 recibió una llamada en la que le decían “cuando escuchamos tu voz y la de tu hija nos dan ganas de cogerlas”. Al día siguiente, la periodista debía presentarse por primera vez ante un comité interinstitucional creado por el gobierno colombiano en el año 2001 como mecanismo para brindar medidas de protección a periodistas y defensores de derechos humanos en riesgo. De allí en adelante, los ataques en su contra se incrementaron a medida que tenía comunicación o relación con dicho comité, donde tenían asiento, entre otras entidades, el DAS y el Ministerio del Interior. Para ella, es claro que sus atacantes tenían personas al interior del CRER - como se denominaba al mecanismo de protección- que filtraban cada una de sus solicitudes y reclamos en busca de protección, lo cual la dejaba aún en mayor riesgo. Era tal la impunidad con que actuaban sus agresores, que muchas de las intimidaciones eran realizadas desde teléfonos públicos a menos de dos cuadras de la casa de Duque. “Mi apartamento era fuertemente vigilado, no importaba si hacia sol o frío”. Las llamadas eran sobre todo a altas horas de la noche. Aún recuerda en particular una en la que se escuchaba a alguien que era torturado al otro lado del teléfono y parecía real. En más de una ocasión durante la audiencia, Claudia Julieta repitió de manera enfática que detrás de todas las intimidaciones estaban involucrados agentes del temido DAS, organismo de inteligencia que cumplía funciones de policía secreta en Colombia y dependía de manera directa de la Presidencia de la República. Resaltó: “Todo lo que me hizo el DAS se encuentra documentado (…) siempre me consideraron su enemiga”. Mientras narraba lo sucedido en su contra, en varias oportunidades la periodista alzó su mirada para fijarla en el rostro del exdetective del DAS Ronal Harbey Rivera Rodríguez, uno de los enjuiciados por las torturas en su contra, presente en la audiencia en calidad de acusado. Detalló su amistad con Alirio Uribe Muñoz, abogado de Alfredo Garzón, con quien tenía una relación muy cercana, pues junto trabajaban en el expediente de la muerte del periodista. En diciembre de 2003, Uribe Muñoz pidió una reunión con el entonces jefe del DAS, Jorge Noguera, para darle a conocer las amenazas en contra de Duque. En su declaración, ella aseguró que esa conversación fue grabada, pues un año después el entonces subdirector del DAS, Emiro Rojas -a quien la periodista identificó como uno de los directos responsables del montaje que pretendió desviar la investigación del caso Garzón- usó palabras textuales de dicha reunión para descalificar sus denuncias durante un programa radial, al término del cual la denunció por difamación, proceso que fue archivado en favor de la investigadora en 2009. En noviembre de 2016, Emiro Rojas fue detenido y actualmente es investigado por la tortura psicológica cometida contra la periodista. El contestador de la casa la reportera se llenaba de mensajes ofensivos todos los días. Entre otras cosas, le decían: “Te vamos a picar viva”, “maldita”, “estúpida”, “gonorrea” e “hija de puta”. “Yo seguía haciendo lo posible por investigar el caso y la gente que se me acercaba era amenazada, es el caso del colega Éver Palomo, que trabajaba para El Espectador en 1999 y fue intimidado cuando yo lo contacté en el 2004. Luego de eso me pidió que no lo volviera a buscar”, relató. Mientras contaba esa parte de la historia de su vida, la periodista trataba de no llorar y mantener el control en su declaración. El 17 de noviembre de 2004, un hombre amenazó con violar, quemar y matar viva a la hija de Claudia Julieta Duque. “Esa llamada fue el punto final de una serie de ataques e hizo que yo me rindiera contra el DAS, que dejara de luchar e irme del país”, destacó. Cinco años más tarde, en el 2009, un documento impreso en papelería oficial del DAS apareció en los archivos que la Fiscalía había incautado en esa institución. Se trataba de una guía directa y específica sobre la manera como esa llamada debía realizarse, desde dónde y cuánto debería durar, y contenía las palabras e insultos con que la periodista fue intimidada a través de su hija. Ese documento, sobre el cual se realizaron múltiples pruebas solicitadas por la defensa de los acusados, resultó ser la principal prueba de que las denuncias de Duque eran reales y de las prácticas mafiosas al interior del DAS contra el periodismo colombiano. Gracias a ese memorando, por fin la investigación sobre los ataques sufridos por Claudia Julieta Duque comenzó a avanzar. “Estos criminales del DAS llegaron a insinuar que el papá de mi hija era el responsable de esas llamadas, son tan imbéciles y cínicos”, expresó durante su testimonio. Entre 2001 y 2008 la periodista tuvo que exiliarse en tres oportunidades. Primero en Ecuador, y luego, entre 2004 y 2005, en Perú y España. En 2008 huyó hacia Italia, de donde regresó al final de ese año, luego de que la Corte Constitucional de Colombia emitiera una importante sentencia que dio paso a las investigaciones penales, pues esa corporación recibió pruebas del propio DAS sobre los seguimientos y labores de inteligencia contra la periodista. Este hecho dio origen a la destrucción de información al interior del DAS y también al hallazgo de la documentación que hoy reposa en el expediente de su propio caso. Su orgullo Claudia Julieta Duque es una madre orgullosa, para quien su hija es el centro de su vida. Ale, como ella cariñosamente la llama, se graduó de abogada con honores en marzo pasado. La periodista asegura que se sacó la lotería al tener a una niña como ella. “Es difícil educar a una niña, más aún cuando una madre debe defenderla de un Estado que la quería asesinar, es luchar contra un monstruo. Sacar adelante a esa personita es como si a uno le pusieran la carga del mundo sobre los hombros, es una cosa muy complicada”.   Proceso penal El caso de Duque es el primero en el mundo que llega a la justicia penal por el delito de tortura psicológica cometida desde un organismo de inteligencia adscrito a la Presidencia de la República de un país En la actualidad cinco exfuncionarios del DAS se encuentran en juicio. Además de Rivera y Medina, responden en una causa judicial aparte José Miguel Narváez Martínez, exsubdirector y asesor del DAS; Giancarlo Auqué De Silvestri y Enrique Alberto Ariza Rivas, ambos exjefes de Inteligencia de ese organismo. Ariza se encontraba en los Estados Unidos pero el pasado 24 de abril fue deportado. Desde 2014 la periodista había presentado su caso ante la Unidad de Investigación para Prevenir el Ingreso de Violadores de Derechos Humanos a ese país, que logró llevarlo ante las cortes de inmigración norteamericanas, que en primera y segunda instancia ordenaron la deportación del funcionario. En marzo de 2016, fue arrestado en Orlando, y en abril de 2017 finalmente fue expulsado y entregado a las autoridades colombianas.   “Estados Unidos y el ICE no permitirán que criminales se escodan detrás de nuestras fronteras, sin importar cuán importantes eran sus cargos", dijo Maria Bjornerud de la oficina del servicio migratorio y aduanero. Duque se mostró satisfecha por la deportación de Ariza y dijo que era un paso importante para que se haga justicia en Colombia frente a los abusos cometidos en su contra. En el caso de Rivera y Medina, el juicio concluirá los próximos 24 y 25 de julio con los alegatos de cierre. En lo que respecta a Narváez, Auqué y Ariza, la siguiente audiencia está prevista para el 15 de junio, y es incierto lo que pueda suceder ahora que el exjefe de Inteligencia se encuentra en Bogotá. Para la periodista, se trata de una nueva puerta que se abre en su lucha por justicia.   Leer más: Colombia: La FIP presente en juicio contra torturadores de la periodista Claudia Julieta Duque (3.04.17)Colombia: periodista frente a sus torturadores en busca de justicia(3.02.17)