Ana Pardo de Vera: "Necesitamos son mujeres feministas que reivindiquen y practiquen tanto la igualdad como la perspectiva de género"

Ana Pardo de Vera (Lugo, 1974) es periodista y dirige desde septiembre de 2016 Público, un cargo directivo que pocas mujeres ocupan en los medios de comunicación españoles. Hablamos con ella sobre la situación de las mujeres en España y las claves para conseguir una igualdad real en los medios.

Ana Pardo de Vera, directora de Público

¿Cómo describirías la situación de las mujeres en los medios de tu país? ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan a la hora de alcanzar posiciones de poder?

La situación es la misma que en la práctica mayoría de trabajos en este país: sufrimos una desigualdad sangrante. A falta de nuevos datos (aunque no hay motivo para ser optimista), hoy sabemos que apenas un 15% de puestos directivos en los medios de comunicación están ocupados por mujeres. Y eso en las redacciones: en los consejos de administración de los grandes grupos mediáticos la presencia femenina es marginal completamente.

El reto (que son muchos retos juntos) es la estructura masculina de las sociedades que las sustenta desde el principio de los tiempos, supongo. Los medios de comunicación no son la excepción: el poder, los poderes son masculinos: hombres que eligen a hombres en un ciclo infinito; mujeres que no pueden siquiera acceder a puestos directivos porque su vida personal les limita (la conciliación no existe y sigue viéndose solo como una responsabilidad de las mujeres); discriminación por maternidad o por cuidados (también éstos siguen considerándose responsabilidad nuestra), por ejemplo… Son muchos factores.

Como mujer que ha alcanzado una posición de dirección, ¿has sufrido algún obstáculo por tu género? En caso afirmativo, ¿cuáles?

Estoy segura de que todas las mujeres hemos sufrido algún tipo de machismo en alguna ocasión, bien en forma de acoso sexual, paternalismo, abusos, desigualdad salarial, desprecio o ninguneo. Yo también, por supuesto: desigualdad salarial, ninguneo o desprecio por mis opiniones, sobre todo. 

¿Cuáles son las consecuencias de la falta de mujeres en posiciones de dirección en los medios?

La consecuencia directa es una vulneración de los derechos humanos y constitucionales más fundamentales: discriminación y desigualdad. Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, sean buenas o mala profesionales, buenas o malas personas. Los mismos, idénticos.

Por lo demás, el hecho de que una mujer acceda a un puesto directivo no es garantía de nada, más allá del cumplimiento de esos derechos. Lo que necesitamos son mujeres feministas que reivindiquen y practiquen tanto la igualdad como la perspectiva de género en las empresas. Lo mismo ocurre con los hombres, aunque de momento, la prioridad es resolver esta desigualdad sangrante que sufrimos aún las mujeres.

¿Cómo podemos dar la vuelta a la situación? Teniendo en cuenta tu experiencia personal, ¿qué medidas toma tu organización/medio en favor de la igualdad de género?

Público es el único medio de comunicación donde la directora y su número dos, mi codirectora Virginia Pérez Alonso, son mujeres. Pero el compromiso de algunos hombres y mujeres no es suficiente. La situación se da la vuelta con leyes y políticas de igualdad de género que obliguen a las empresas a colocar a mujeres en puestos de dirección. Mire las empresas del Ibex35, es una vergüenza la representación femenina que tenemos en la cúpula empresarial española. Siempre pongo el mismo ejemplo: cuando nos rompemos una pierna, hasta que recuperamos la movilidad completamente, necesitamos muletas. Las leyes son las muletas que ayudan a resolver injusticias, incluida la desigualdad de género. En un mundo ideal no harían falta leyes.

Para ti, ¿cuál debería ser el rol de los hombres periodistas en este proceso?

El mismo que el de las mujeres: ser feministas de palabra y de obra. En las redacciones y fuera de ella. Aprender a mirar y trabajar con perspectiva de género y, por supuesto, denunciar y luchar contra la violencia machista que nos mata, pero que también intenta devolvernos a épocas en blanco y negro con formaciones políticas que nunca debieron haber llegado a las instituciones.

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