Ucrania: “En más de una ocasión, [los periodistas] ya no hacemos preguntas, nos limitamos a escuchar”, Hanna Chernenko, periodista ucraniana

Hanna Chernenko es una periodista ucraniana afincada en Járkov y miembro del Sindicato Nacional de Periodistas de Ucrania (NUJU). Procede de la región de Luhansk, en el Donbás, donde comenzó el conflicto armado contra Rusia en 2014. Lleva un año cubriendo la guerra en su país para los medios locales Visti Television News Service y Hromadske Radio y, de vez en cuando, ayuda a equipos de medios internacionales que informan sobre el conflicto. Hanna comparte con la FIP cómo ha cambiado su trabajo periodístico a lo largo del último año y reflexiona sobre el papel de los y las periodistas en zonas de conflicto, las necesidades actuales de los y las trabajadores/as de los medios de comunicación ucranianos y cómo ha cristalizado la solidaridad entre la comunidad periodística ucraniana.

[Translate to Spanish:] Credits : NUJU

Actualmente, está cubriendo la guerra contra Rusia desde la ciudad ucraniana de Járkov. ¿Era reportera de guerra antes de la invasión rusa hace un año?

En realidad, no me considero reportera de guerra, especialmente si comparo mi trabajo con el de otros colegas. Desde el comienzo de la guerra con Rusia en la región del Donbás en 2014, he viajado dos veces a este territorio. Todo empezó allí. La primera vez viajé a la región de Luhansk, situada en el Donbás, con soldados de la 92ª brigada. Fue una sensación muy extraña para mi, ya que por primera vez en muchos años estaba cerca de mi ciudad natal pero en qué circunstancias. La segunda vez, viajamos con voluntarios al frente desde el oeste de Ucrania para hacer un reportaje sobre la calidad de los chalecos antibalas. 

Es cierto que en la actualidad, desde Járkov, informamos sobre problemas relacionados con la guerra: desplazados del Donbás, soldados que necesitan tratamiento médico, historias sobre las familias de las personas fallecidas y logros de los militares. Sin embargo, esto no es comparable con lo que hacen los reporteros de guerra, quienes informan bajo los bombardeos en el frente.

 

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta como periodista que informa desde primera línea? ¿Considera que hace frente a algún desafío en particular por ser mujer periodista?

Grabé reportajes en el frente durante los meses en que Járkov se encontraba en la primera línea de combate. Entonces, los pueblos de los suburbios estaban ocupados, y los rusos se encontraban a unos cientos de metros de los lugares donde trabajábamos. También fui a la ciudad de Kupiyansk, en la región de Járkov, cuando la mitad del territorio ya había sido liberado en septiembre de 2022, y el resto seguía bajo ocupación rusa. En las trincheras, sin embargo, grabamos pocas tomas.

En aquellos días, los problemas a los que me enfrentaba estaban relacionados principalmente con miedos y emociones personales. Una ciudad, un pueblo que ayer era seguro, que solías considerar un paisaje agradable, donde soñabas con construir una casa junto al lago, de repente se convierte en el escenario de duras batallas. Para llevar a cabo nuestro trabajo en condiciones tan duras, tenemos que haber aceptado y superado nuestros miedos y temores.

Un desafío difícil, que aún no estoy segura de haber superado, es la necesidad de aprender a comunicarme con personas que han experimentado una pérdida. Desafortunadamente, cuando llegamos a un lugar que ha sido atacado, todo es caótico, los civiles están asustados y en estado de shock... En este contexto, nos resulta extremadamente difícil entrevistar a los residentes.

Recuerdo una vez, a las afueras de Járkov, que un proyectil impactó en una casa particular. Nuestro equipo de periodistas estaba allí para cubrir el ataque y nos acercamos al hombre que estaba sentado en el patio de al lado. Estábamos convencidos de que era un vecino de la zona, y decidí entablar conversación con él. Tras hablar un rato, resultó que él vivía en la casa destruida. El proyectil había explotado en la habitación de al lado y había matado a su madre. En aquel momento, me arrepentí de haber empezado la conversación, pero él seguía hablando y hablando. Necesitaba hablar. Esto ya ha ocurrido en más de una ocasión, que [los periodistas] ya no hacemos preguntas, nos limitamos a escuchar.

En otra ocasión, escribí un artículo sobre la ciudad de Izium, en la región de Járkov. Alrededor de cincuenta personas habían muerto en el refugio bajo una casa destruida en la que vivía una familia muy amable. La familia había invitado a sus allegados a esconderse en su refugio. Al final, siete miembros de una misma familia fueron asesinados, y sólo un hombre, el más anciano, sobrevivió. El hombre seguía vivo porque fue arrojado por la onda expansiva y no quedó sepultado bajo los escombros. Me habló de sus familiares fallecidos: tres nietos, una hija, su mujer, su yerno y la tía de su mujer. Le hice algunas preguntas, pero ¿tenía derecho a hacerlo? ¿Era ético? Estas son las preguntas que rondaban mi mente durante nuestra conversación. Sin embargo, el hombre no dejó de hablar porque necesitaba hablar. Como periodista, no cabe duda de que desempeñamos un papel en estas situaciones. Por lo tanto, me pregunto cuál es el nombre correcto para nuestro papel. ¿Somos confidentes? ¿Psicólogos? ¿O simplemente un par de oídos que escuchan y un alma que brinda apoyo en momentos de necesidad?

Otro problema al que nos enfrentamos los periodistas ucranianos, es  la antigüedad de nuestro material técnico. También, tuvimos que aprendernos un diccionario militar en un tiempo récord para entender y nombrar correctamente un proyectil, un arma o la posición de un soldado. Y aprender a garantizar nuestra seguridad (formación sobre primeros auxilios…) y entender cómo y cuándo se pueden cubrir los ataques del enemigo. Por ejemplo, sabemos que no debemos informar inmediatamente sobre el impacto que ha tenido un ataque enemigo, ya que le estaríamos proporcionando información importante- y esta podría ser utilizada en nuestra contra, para atacar de nuevo y atentar contra los servicios de emergencia. Todo esto tuvimos que aprenderlo durante las primeras semanas de la guerra. Es importante comprender que la información que proporcionamos como periodistas debe ser segura para la ciudadanía. 

En cuanto a las dificultades a las que podría enfrentarme como mujer periodista, afortunadamente, no me he encontrado con ninguna. No he experimentado ninguna discriminación ni falta de respeto hacia mí como periodista. Mis relaciones con los compañeros periodistas y los militares siempre se han basan en el respeto y el apoyo mutuos. Algunos periodistas dicen que los militares se preocupan más por nosotras que por sí mismos. Quizá demasiado a veces. Pero, ¿debería considerarse esto un problema? Además, yo personalmente lo percibo como una preocupación que no se debe al hecho de ser mujer, sino de ser población civil.

 

¿Cómo ha afectado la guerra a su trabajo como periodista? ¿Podría mencionar algunos ejemplos de cuestiones relacionadas con su trabajo que hayan cambiado desde la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero de 2022?

En los primeros días, quedó claro que para salir de casa necesitabamos un equipo de protección: un chaleco antibalas y un casco. Por aquel entonces, yo no disponía de ninguno, y este era fundamental para viajar a las afueras del norte de Járkov, donde se encontraban los rusos, o más tarde para llegar a los territorios liberados, cerca del frente. En este sentido, estoy muy agradecida a la NUJU y a Radio Hromadske, que me proporcionaron los equipos de protección necesarios para trabajar y garantizar mi seguridad.

Sin embargo, la sensación de seguridad ha cambiado. Ya nunca nos hemos vuelto a sentir seguros como antes de la guerra. Y esto también es un cambio que afecta a nuestro trabajo.

Por otro lado, el concepto de trabajo en equipo ha cambiado. El transporte público no funcionó durante mucho tiempo y teníamos que esperar horas para coger un taxi. El cámara con el que trabajo, Volodymyr Pavlov, y yo vivimos en diferentes partes de nuestra ciudad, Járkov, que es la segunda urbe más grande del país. Así que él estuvo trabajando en su rincón de la ciudad, y yo en el mío, por lo que ambos podíamos desplazarnos a pie. Debido a las circunstancias, Volodymyr se hizo periodista -aprendió a procesar información y a hablar delante de la cámara-, y yo aprendí a grabar. Primero lo hice con el móvil, y luego aprendí a trabajar como cámara y fotógrafa.

En este sentido, la comunidad periodística de Járkov me sorprendió gratamente. Ya era bastante amistosa incluso antes de la guerra, pero ahora todos los signos de competencia han desaparecido. Ahora se puede trabajar con un camarógrafo de cualquier medio de comunicación.

Además, los temas sobre los que informamos también han cambiado. Hoy en día, casi todo lo que escribimos y grabamos está relacionado con la guerra. Todos hemos aprendido a hablar sobre la muerte. Debido al conflicto, el número de muertos en el país ha aumentado de forma considerable. Recuerdo que vi la primera persona herida el 24 de febrero de 2022, y a las primeras personas fallecidas el 1 de marzo, tras el derribo de un edificio de la administración regional. 

Cuando Járkov corría el riesgo de ser ocupada, mis editores insistieron en que trabajara de forma anónima. Resultó muy extraño para mí informar en televisión como una persona anónima. El día que volvieron a mencionar mi nombre, fue una gran alegría. Una sensación de victoria recorrió mi cuerpo. Recuerdo que me dije: "¡Ya no hay peligro, ya no estamos bajo ocupación y el territorio ocupado será liberado!".

 

¿Cuáles son las necesidades más urgentes de los y las periodistas ucranianos/as un año después del inicio de la guerra?  

Probablemente, para muchos, la necesidad más urgente es recibir material técnico para poder informar en las condiciones extremas que nos encontramos. Cuando te tiemblan las manos, es fácil que se te caiga la cámara. Además, muchos de nuestros dispositivos son antiguos y se deterioran rápidamente, aún más teniendo en cuenta las circunstancias actuales. 

Asimismo, muchos periodistas necesitan recibir formación, y no sólo sobre seguridad y los efectos psicológicos de cubrir la guerra. La mayoría de nosotros ya hemos pasado por sesiones de formación de este tipo. Otra necesidad importante es aprender inglés y otros idiomas para poder cooperar con los medios internacionales que informan sobre el terreno. 

Los medios de comunicación locales rtambién equieren ayuda. En Járkov han cerrado varias emisoras de radio y televisión. No osbtante, la situación es extremadamente complicada para los periódicos, especialmente para los que se trasladaron a territorios que hoy se encuentran en primera línea. O para los que se encuentran en zonas recientemente liberadas. Estos son los primeros en necesitar ayuda. Muchos periódicos locales se encuentran al borde de la desaparición, y otros ya bajaron la persiana. Desgraciadamente, en condiciones de guerra, los lectores a menudo no tienen una alternativa decente como fuente de noticias.

 

¿De qué manera ha sido útil para cubrir la guerra el equipo de protección proporcionado por NUJU, con el apoyo del Fondo de Seguridad FIP-FEP y de socios como la UNESCO?

Como he mencionado, durante cierto tiempo no podíamos salir a la calle sin chaleco antibalas ni casco en Járkov. Ahora es más fácil, pero es evidente que los chalecos antibalas siguen siendo necesarios, por ejemplo, cuando realizamos un reportaje sobre el trabajo de los militares.

Cuando empezó la guerra en Ucrania, los periodistas informamos como pudieron. Algunos sacaron sus viejos chalecos antibalas de los días de rodaje en el Donbás, pero eran extremadamente pesados. Luego, con la ayuda de la FIP-FEP, la UNESCO y la NUJU, empezaron a llegar equipos de protección modernos. En mi caso, en la actualidad tengo dos equipos de protección: uno de la NUJU y otro de Hromadske Radio. Estos son ligeramente diferentes y los utilizó en distintas ocasiones.

 

¿Podría contarnos algo más sobre el trabajo de coordinación que realiza con periodistas locales, y por qué los reporteros locales y los fixers son especialmente importantes en tiempos de guerra?

Mi compañero Volodymyr Pavlov está más involucrado en el trabajo de fixer que yo. Yo le ayudo y le cubro cuando es necesario. Ser fixer en Ucrania es una actividad muy necesaria, porque los reporteros extranjeros que viajan al país a menudo no entienden la realidad local. Algunos incluso llegan con ideas prorrusas, y cuando ven lo que realmente ocurre sobre el terreno, esto se convierte en todo un descubrimiento para ellos. Por supuesto, la mejor forma de explicar los matices locales a los periodistas extranjeros es a través de un fixer local, quien comprende plenamente la realidad ucraniana. 

En los últimos meses, he observado que la confianza en los periodistas locales ha aumentado considerablemente entre los habitantes de Járkov. Por eso, están dispuestos a hablar con periodistas locales. Y, cuando un periodista local les presenta un compañero extranjero, la gente le trata con más confianza. En general, los habitantes están agradecidos a los periodistas extranjeros porque se interesan por nuestros problemas e informan sobre ellos al resto del mundo. 

Otro punto importante es que los periodistas que viajan a Ucrania tienen que lidiar con la inseguridad sobre el terreno: qué es seguro y qué no lo es. Nuestros servicios de emergencia no siempre hablan bien inglés. El español, el francés y el japonés son un problema aún mayor. Por eso, los fixers son de gran ayuda para evitar problemas, también los cotidianos. Por ejemplo, al principio de la guerra, era absolutamente imposible encontrar un hotel abierto sin la ayuda de un fixer, así como identificar dónde estaban ciertos distritos de la ciudad y cómo llegar hasta allí.

En Járkov se creó un centro de prensa, que se ha convertido en un gran apoyo para periodistas extranjeros. Además, hay una oficina de Reuters que ayuda les ayuda a transferir información.

 

La desinformación como arma en los conflictos siempre ha existido. No obstante, las redes sociales han multiplicado su alcance. ¿Cómo gestionan los y las periodistas la propaganda y la desinformación rusas en el contexto de guerra?

Los periodistas ucranianos y de Járkov dejamos de creer en la información de las publicaciones y redes sociales prorrusas hace mucho tiempo. Hemos aprendido a verificar la información. Por ejemplo, cuando los rusos difunden "noticias" sobre la captura de tal o cual asentamiento a través de sus canales de Telegram, esta información suele ser falsa. Sólo podemos confiar en las noticias procedentes de fuentes oficiales. La comunicación con la población local también es una fuente importante de información fiable, para lo que, por supuesto, hay que estar sobre el terreno. Los periodistas de Kharkiv, incluidos los que dirigen los canales locales de Telegram, hemos llegado a un acuerdo para no difundir información sin verificar bajo ninguna circunstancia. Además, cumplimos estrictamente la regla de no publicar fotos de la destrucción causada tras el impacto de un misil enemigo. Hay que esperar unas horas, al menos tres, para no poner en peligro a los residentes de la zona, a los servicios de emergencia, y a una misma.

En la región de Járkov, los periodistas vivimos desde hace mucho tiempo bajo el principio hipocrático de "no hacer daño". Para un periodista, lo principal es no causar problemas, no hacer daño y, no perjudicar su nombre.

 

Para apoyar el trabajo de la FIP/FEP en Ucrania, haz una donación al Fondo de Seguridad.

* Agradecemos a la Unión Nacional de Periodistas de Ucrania (NUJU) la traducción de la entrevista del ucraniano al inglés. 

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